Hace algunos años descubrí en el vivero, este especie noble de camelia. Mucho más fácil de cultivar y con la floración en una época en que muchas plantas están entrando en la etapa de reposo otoño-invernal. Lo que más me gustó en realidad fueron sus flores sueltas y descontracturadas, nada que ver con las perfectas camelias dobles tan valoradas pero a la vez difíciles de cultivar con éxito y cuyos pimpollos a veces no llegan a abrir.
Los tonos de sus flores varían del fucsia al rosa más pálido, las hojas son más chicas y el crecimiento un poco más rápido (aunque no demasiado) que su parientes dobles. Son plantas originarias de Japón, esta especie de los bosques costeros del sur de la isla. Le gusta el suelo ácido, suelto y rico en humus. Deben plantarse en la media sombra, bajo sombra ligera de árboles o con sol de mañana. En cuanto al riego, no necesitan cantidad excesiva de agua, pero si están en macetas o bajo árboles habrá que cuidar que no les falte agua, especialmente desde fines de verano hasta el invierno.